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No es la generación más preparada de la historia

La generación actual no es la mejor preparada de la historia. Ni de la historia ni de la prehistoria. Tenemos la generación más escolarizada. Por cierto, nunca debiera confundirse años de estudios (e incluso, certificaciones o títulos obtenidos) con la capacidad de los que lo obtienen o las relaciones que se establecen habitualmente de lo anterior.

Cuando entro en mi aula no me encuentro con alumnos más preparados que los que tuve años atrás. Depende, en demasía, de la localidad donde se halle el centro (el contexto socioeconómico de los padres hace mucho) y de factores demasiado poco inherentes al sistema educativo, que hacen que las variaciones sean demasiado abultadas para ser tomadas como norma.

Estoy harto de leer titulares de periódicos diciendo que tenemos la generación mejor preparada de la historia. Algunos que hablan de las ventajas que supone para ellos ir a conocer mundo y ampliar sus conocimientos mientras que los otros hablan de fuga masiva de cerebros. Lo siento, el cerebro es demasiado personal e instransferible para ofrecer tal generalización. Generalizar es malo y, aún peor, cuando se usa para defender unos intereses creados por algunos para alabar las bondades de una generación que, por cierto, no es ni mejor ni peor que su predecesora. Una generación que tiene demasiados matices para poder ser ponderada objetivamente de forma global. Una generación plagada de títulos u otras certificaciones cuya capacidad profesional tiene poco que ver con lo anterior.

¿Hay personas preparadas? Algunas. ¿Has personas poco preparadas? Algunas más. ¿Podemos decir a la vista de las respuestas a las cuestiones anteriores que estamos ante la mejor generación de la historia? Lo dudo.

Una persona preparada es aquella que, más allá de los años de escolarización a los que haya sido sometido e, incluso, a la cantidad de títulos que atiborren sus estanterías o paredes, sea capaz de ofrecer a la sociedad dos vertientes: la profesional y la personal. Vertientes que poco tienen que ver con los años de escolarización y más con la incorporación de bagajes de todo tipo en la persona. Vertientes que, por mucho que algunos pretendan obviarlo y quedarse con lo puramente “académico”, tiene mucho que ver con otras facetas.

Hablamos de generación más preparada de la historia porque nos interesa creerlo. Nos interesa creer que los miles de millones de euros que se han invertido en Educación han servido para obtener “máquinas humanas” infinitamente mejores que la generación anterior. Una palabreja, por cierto, imposible de coordinarse… o se es máquina o humano. Más allá de lo anterior como vocablo, novela de ciencia ficción.

Que en la generación actual haya excelentes ciudadanos (prefiero hablar globalmente de la faceta personal y profesional) puedo comprarlo fácilmente. Excelentes profesionales que se rifan en muchos países y que estamos dejando ir, también. Lo que no puedo comprar es que como generación estemos creando la más preparada de la historia. Estamos creando una generación igual de buena o mala que las anteriores. Pervertir el discurso por intereses es algo que jamás, y mucho menos cuando se habla de cuestiones como la anterior, debería hacerse.

Es que hoy, después de leer en un medio de comunicación que, después de abandonar los boomers y llegar a la generación Z, en nada vamos a estar por la generación Alfa, me apetecía escribir sobre estas taxonomías generacionales. Taxonomías que, al final, solo sirven para que algunos saquen tajada con ellas vendiéndolas como realidades globales, cuando son solo producto de mercadotecnia.

Como estoy haciendo en los últimos artículos, os recomiendo mi nuevo libro sobre educación para mayores de dieciocho, “Educación 6.9: fábrica de gurús”. Lo podéis adquirir aquí (en versión digital o papel) o en ese pop-up tan molesto que os sale. Y sí, me haría mucha ilusión que fuera uno de los diez libros más vendidos sobre educación este curso. 😉

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